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Poco a poco, los locales de ocio y cultura encontraron su lugar en La Rambla. A medida que desaparecían los conventos, en su lugar se instalaban floristas y quioscos. Hoy en día a nuestro paso nos recibirán edificios tan destacados como el Gran Teatre del Liceu, (la ópera barcelonesa), el Palau de la Virreina o el gran mercado de la Boquería. El torrente humano de artistas callejeros, turistas y ciudadanos que aún pasean por allí constituye un emocionante viaje por el microcosmos de esta Barcelona contemporánea.
Cuando la Rambla llega al mar, encontramos el Mirador de Colom, una oportunidad magnífica de admirar desde el aire esta arteria única de peatones.