Depósito de agua del parque de la Ciutadella
Barcelona fue la última resistencia del Principado de Catalunya contra la monarquía borbónica de Felipe V en la Guerra de Sucesión (1701-1714). El monarca ordenó la construcción del cuartel de la Ciutadella para vigilar militarmente la ciudad. Una vez que el recinto de la Ciutadella fue devuelto a Barcelona en 1868, el Ayuntamiento impulsó la construcción de un parque urbano. Era necesaria una generosa dotación de agua para regar el ajardinado, llenar el lago y hacer funcionar la cascada monumental.
Con este objetivo, el autor de la urbanización del parque, el maestro de obras Josep Fontseré i Mestre, proyectó en 1876 un monumental depósito elevado junto al parque con 65 m de lado y capacidad para 10.000 m3. Mecanismos a vapor impulsarían las aguas freáticas captadas hasta el depósito elevado a 14 m de altura. La gran cisterna descubierta se sostenía sobre un bosque de pilares de ladrillos inspirada en el modelo romano de la Piscina Mirabilis de Bacoli, cerca de Nápoles. En los cálculos de la resistencia que los pilares debían tener para soportar el enorme peso del agua intervino Antoni Gaudí, en ese momento joven estudiante de arquitectura.
Las obras finalizaron en 1880 y desde entonces el inmenso espacio interior entre los pilares ha tenido varios usos. En la Exposición Universal de 1888, ubicada en el parque, alojó el pabellón de Minería y Construcción. Posteriormente fue sucesivamente asilo municipal, almacén de Bomberos, parque móvil de la Guardia Urbana y archivo del Palacio de Justicia.
En 1992 adquiere la propiedad la Universidad Pompeu Fabra. En sucesivas fases, se rehabilitó de forma admirablemente respetuosa el espacio interior como Biblioteca General. El depósito superior, ahora de tamaño más reducido, se mantuvo para el riego de los jardines del parque.