Basílica de Santa Maria de la Seu de Manresa
A 50 kilómetros de Barcelona, en la localidad que marcaría el despertar religioso de San Ignacio de Loyola, se levanta esta joya de estilo gótico, orgullo arquitectónico de la ciudad de Manresa, y lo hace de forma solemne sobre un anterior templo románico del que todavía se conserva una interesante portada. Sin embargo, el empuje de la capital durante la época medieval hizo que se levantara un nuevo templo en estilo gótico que estaría terminado a mediados del siglo XIV. El arquitecto encargado del desafío fue Berenguer de Montagut, el mismo autor de la iglesia de Santa Maria del Mar de Barcelona.
La cripta y el campanario corresponden al estilo barroco. El baptisterio, de estilo neogótico, salió de la imaginación del arquitecto Alexandre Soler i March, quien contó con la supervisión de Antoni Gaudí. A pesar de los desperfectos causados por las guerras, todavía se puede gozar de uno de los conjuntos de retablos góticos más importantes de Catalunya.
La imagen que preside el altar, la Virgen de Alba, es una copia de la original gótica que se quemó y que fue venerada por San Ignacio de Loyola, fundador de la orden de los jesuitas, durante su estancia en Manresa. Durante los once meses que pasó en Manresa, San Ignacio de Loyola escribió los Ejercicios espirituales durante su retiro en la conocida Cueva de San Ignacio, visita obligada junto a la basílica de Santa Maria de Manresa.
Disponen de credenciales del Camino de Santiago que se pueden adquirir durante el horario de visitas.
El monumento cuenta con la protección de Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalitat de Catalunya desde 1931.