Monasterio de Sant Cugat del Vallès
Los orígenes de este plácido entorno amurallado están relacionados con el mártir Sant Cugat, quien murió a principios del siglo IV durante la persecución de los cristianos por parte del emperador Diocleciano. Un episodio alejado de la calma que se respira en la actualidad y que invita al visitante a perderse en este plácido recinto amurallado.
La riqueza del entorno radica en la variedad de edificios y estilos que lo forman. Así, podemos apreciar el esplendor del monasterio que ocupó la orden benedictina. Uno de los ejemplos de estilo románico mejor conservados de toda Europa, con una serie de 144 capiteles decorados con una representación de figuras y símbolos que cuentan historias, costumbres de los monjes y pasajes de la Biblia, como si de las páginas de un libro abierto se tratara.
Por su parte, la iglesia es un buen ejemplo de la evolución de estilos artísticos, que van del románico de su interior a la belleza de la fachada gótica, con un espectacular rosetón inspirado en el de Notre-Dame de París. El palacio Abacial, actual casa rectoral, sirvió para hospedar a algunos reyes de la Corona de Aragón. Una sucesión de capillas barrocas y retablos renacentistas enriquecen la visita.
El Monasterio es Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalitat de Catalunya desde 1931.